jueves, 7 de julio de 2022

En algun lugar

En algún lugar.

Por: Moisés Alejandro Caballero

 

México, enero de 2020. Con un país convulsionado por la violencia, la presidencia de la Republica anuncia la rifa del avión presidencial.

En un pequeño municipio al centro del país; con bombo y platillo, se inauguró una sucursal del 'Banco del Bienestar' en la esquina que bordea la plaza principal, institución del Gobierno Federal para beneficio de los más necesitados y lugar de venta de los billetes para la rifa del avión presidencial. Unas semanas después, Úrsula, una maestra de secundaria jubilada de la Secretaría de Educación Pública, que vivía en ese lejano pueblo, al cual exaltaba diciéndoles a sus alumnos: “jóvenes, vivimos en el pueblo que el maestro Agustín Yáñez consagró en su novela Al Filo del Agua”, decidió comprar un boleto para la rifa,  “jovencita, deme un boleto para la rifa del avión… mmmm, vamos a ver … sí, este número está bien”, al entregarle el boleto, se le solicitó también el llenado de un pequeño talón con datos generales del comprador y en la última línea, ‘Nombre del beneficiario en caso de fallecimiento’. Úrsula tarda un momento antes de responder la pregunta, “Matías. Matías será mi beneficiario, pobre tontito, si todas las personas fuéramos como él, el mundo sería otro … ochenta y tres, trece, trece, bonito número” su cara pintaba una sonrisa. De camino a casa pensó “¿qué haría si me saco un avión?, Me iría a recorrer el mundo”, sonrió pensativa, “con lo que gano de pensión, no podré ponerle gasolina y menos pagarle a un guapo piloto de avión, de esos como de película; mejor lo vendo en un millón … ¡No¡, es muy poco, mejor en mil millones … ¡yo que sé cuánto cuesta un avión! Con ese dinero pondría una escuela para el rescate de las tradiciones del pueblo, dónde los jóvenes aprenderían a hacer comida tradicional, música y artesanía” una mueca de enojo y tristeza apareció en su cara. “A ver si así evito que esos desgraciados de las camionetas se lleven a nuestros niños. Me dijo Juan, el dueño de la tienda de abarrotes, que cuando se los llevan, muchos no regresan y cuando regresan, su mirada está inyectada de sangre y han perdido la sonrisa; dice él, que el dinero que traen está sucio …”.

Ya en casa y antes de poner el boleto debajo de la imagen de San Judas, patrono del pueblo; leyó en la parte trasera: el sorteo será transmitido por todas las difusoras de radio del país y los canales de televisión abierta el 15 de septiembre de 2020, en punto de las 18 horas.

Martes 15 de septiembre, seis de la tarde. Por las calles del pueblo circulan unas camionetas a alta velocidad. Úrsula boleto en mano y después de pedirle el milagro a San Juditas, prende la radio y una voz alegre y optimista da inicio al sorteo, “número ocho”, grita una voz infantil; “número tres”, “número uno”, “número tres”, “numero u” …. El eco de la voz infantil, se mezcla y se pierde ante el sonido de los disparos de alto calibre que se escuchan en la calle. Úrsula se asoma por la ventana, las ráfagas ensordecen. Matías corre temeroso a su habitación buscando evadir la realidad haciéndose nudo sobre la cama. Úrsula observa en cámara lenta como los cristales de su ventana estallan, al mismo tiempo siente una patada en el pecho que la atraviesa hasta la espalda, trata de respirar, pero el sabor a sangre que brota de su garganta se lo impide … “número tres”, dice la voz infantil desde la radio.  Las explosiones cesan, gente corriendo, se escuchan gritos y llantos, Matías, aún con el cuerpo temblando de miedo cae en un sueño obscuro y tranquilo, “el número ganador es ochenta y tres, trece” … “Guardia Nacional abra la puerta …” Matías, da un salto de la cama, moviendo la cola y ladrando le avisa a Úrsula la llegada de un extraño, pero ella ya no despierta … “numero ganador ochenta y tres, trece, trece. Le mandamos un fuerte abrazo a Doña Úrsula desde la cabina de …” y así sin saberlo, Matías era el nuevo dueño de un avión tan lujoso, que ni los Obama tuvieron.

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