En algún lugar.
Por: Moisés Alejandro Caballero
México, enero de 2020. Con
un país convulsionado por la violencia, la presidencia de la Republica anuncia
la rifa del avión presidencial.
En un pequeño municipio al
centro del país; con bombo y platillo, se inauguró una sucursal del 'Banco del
Bienestar' en la esquina que bordea la plaza principal, institución del Gobierno
Federal para beneficio de los más necesitados y lugar de venta de los billetes
para la rifa del avión presidencial. Unas semanas después, Úrsula, una maestra de
secundaria jubilada de la Secretaría de Educación Pública, que vivía en ese lejano
pueblo, al cual exaltaba diciéndoles a sus alumnos: “jóvenes, vivimos en el
pueblo que el maestro Agustín Yáñez consagró en su novela Al Filo del Agua”, decidió
comprar un boleto para la rifa, “jovencita,
deme un boleto para la rifa del avión… mmmm, vamos a ver … sí, este número está
bien”, al entregarle el boleto, se le solicitó también el llenado de un pequeño
talón con datos generales del comprador y en la última línea, ‘Nombre del
beneficiario en caso de fallecimiento’. Úrsula tarda un momento antes de
responder la pregunta, “Matías. Matías será mi beneficiario, pobre tontito, si
todas las personas fuéramos como él, el mundo sería otro … ochenta y tres,
trece, trece, bonito número” su cara pintaba una sonrisa. De camino a casa
pensó “¿qué haría si me saco un avión?, Me iría a recorrer el mundo”, sonrió
pensativa, “con lo que gano de pensión, no podré ponerle gasolina y menos
pagarle a un guapo piloto de avión, de esos como de película; mejor lo vendo en
un millón … ¡No¡, es muy poco, mejor en mil millones … ¡yo que sé cuánto cuesta
un avión! Con ese dinero pondría una escuela para el rescate de las tradiciones
del pueblo, dónde los jóvenes aprenderían a hacer comida tradicional, música y
artesanía” una mueca de enojo y tristeza apareció en su cara. “A ver si así
evito que esos desgraciados de las camionetas se lleven a nuestros niños. Me
dijo Juan, el dueño de la tienda de abarrotes, que cuando se los llevan, muchos
no regresan y cuando regresan, su mirada está inyectada de sangre y han perdido
la sonrisa; dice él, que el dinero que traen está sucio …”.
Ya en casa y antes de
poner el boleto debajo de la imagen de San Judas, patrono del pueblo; leyó en
la parte trasera: el sorteo será transmitido por todas las difusoras de radio
del país y los canales de televisión abierta el 15 de septiembre de 2020, en
punto de las 18 horas.
Martes 15 de septiembre,
seis de la tarde. Por las calles del pueblo circulan unas camionetas a alta
velocidad. Úrsula boleto en mano y después de pedirle el milagro a San Juditas,
prende la radio y una voz alegre y optimista da inicio al sorteo, “número
ocho”, grita una voz infantil; “número tres”, “número uno”, “número tres”,
“numero u” …. El eco de la voz infantil, se mezcla y se pierde ante el sonido
de los disparos de alto calibre que se escuchan en la calle. Úrsula se asoma
por la ventana, las ráfagas ensordecen. Matías corre temeroso a su habitación
buscando evadir la realidad haciéndose nudo sobre la cama. Úrsula observa en
cámara lenta como los cristales de su ventana estallan, al mismo tiempo siente una
patada en el pecho que la atraviesa hasta la espalda, trata de respirar, pero
el sabor a sangre que brota de su garganta se lo impide … “número tres”, dice la
voz infantil desde la radio. Las explosiones cesan, gente corriendo, se
escuchan gritos y llantos, Matías, aún con el cuerpo temblando de miedo cae en
un sueño obscuro y tranquilo, “el número ganador es ochenta y tres, trece” …
“Guardia Nacional abra la puerta …” Matías, da un salto de la cama, moviendo la
cola y ladrando le avisa a Úrsula la llegada de un extraño, pero ella ya no
despierta … “numero ganador ochenta y tres, trece, trece. Le mandamos un fuerte
abrazo a Doña Úrsula desde la cabina de …” y así sin saberlo, Matías era el
nuevo dueño de un avión tan lujoso, que ni los Obama tuvieron.
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